domingo, 4 de noviembre de 2007

Una Mujer

Una mujer se acercó a un confesionario. Un sacerdote reaccionó "Hija, escucho tus pecados". Una mujer miró fijo. Una mujer no buscó perdón ni falsas excusas, no creo reproches ni lamentos mezquinos, no quiso liberar sus pecados. Una mujer mantuvo su mirada firme, sin distracciones, sin certeza de propósitos. La expresión aferraba equivocaciones que habían hecho crecer sus ojos, equivocaciones preciadas, jamás erróneas para sus ojos, herejes y miserables a los ojos de su confesor. Una mujer confesó ser persona. Un sacerdote encontró brujería para tapar la duda, para cubrir la posibilidad del otro, la posibilidad de libertad. Un sacerdote reaccionó "¡Hija te libero de tus pecados!". Una mujer sintió pena. Una mujer siguió su camino.

1 comentario:

Dani Rocío dijo...

Jackie que lindo tu blog. Me gustó mucho mucho esto que escribiste :)